jueves, 28 de septiembre de 2017

Cementerio de Sant Andreu (Barcelona)


El cementerio de Sant Andreu de Palomar (1839) es el segundo más antiguo de la ciudad de Barcelona después del de Poblenou.





Inaugurado el 1839 como cementerio municipal del pueblo de Sant Andreu de Palomar, en la parte más antigua del recinto, ya se hacían entierros desde 1834. La primera referencia documental localizada corresponde a una carta del alcalde José Baucells al gobernador civil fechada en 1836 en la que le informa de que la población dispone de cementerio desde 1834.



Con motivo de la conmemoración del 175º aniversario de la inauguración del recinto funerario, Cementiris de Barcelona (CBSA) ha organizado una ruta guiada especial para dar a conocer el patrimonio del Cementerio de Sant Andreu.





La visita se ha iniciado en la parte más antigua del recinto y ha sido guiada por la arquitecta Margarita Galceran y la historiadora del arte Raquel Lacuesta autoras junto con los historiadores Margarida Nadal y Jordi Pujol, del libro "Clasicismo y Modernismo en el Cementerio de Sant Andreu".






El primer departamento se encuentra a la entrada del recinto y corresponde a la parte más antigua. A la izquierda reposan los restos de Marta Giraudier, fallecida en el atentado anarquista en teatro del Liceo de noviembre de 1893. A la derecha, el sepulcro de la familia Martí, popularmente es conocido como “la novia del cementerio”. Según la leyenda, se encuentran los restos de una novia que murió el día de su boda.


A continuación los visitantes han realizado un recorrido por el recinto elementos más destacados de este recinto funerario, como son la capilla, los hipogeos monumentales, y el extraordinario y sorprendente campanario.


Ignasi Iglésias Pujadas, poeta y dramaturgo, nació en el pueblo de San Andrés de Palomar (Barcelona) el año 1871 y murió en Barcelona en 1928.



Espacio para la comunidad judía.


En 1940 se erigió el Panteón del Soldado. Según proyecto de los tenientes de ingenieros y arquitectos J.Gordillo y M. Niubó.




El cementerio de Sant Andreu de Palomar, debe figurar en el cuaderno de visitas de nuestra ciudad y “La Ruta dels Cementiris” que nos acerca la historia, la arquitectura y el arte de los recintos funerarios de nuestra ciudad, verdaderos museos al aire libre.

viernes, 22 de septiembre de 2017

PANTEÓN SANS-BERNET: CEMENTERIO de HORTA


El domingo 27 de mayo de 1928, se colocaba, con gran solemnidad, una placa en la calle de la Alianza de Horta. Desde aquel momento la calle pasaba a llamarse de los Consortes de Sans-Bernet. Según constaba en la prensa, la “lápida” había sido costeada por subvención popular y puesta en honor a los “insignes patricios” Francisco Sans i Grau y Magdalena Bernet i Font. El cura párroco de Horta, reverendo Miguel Pujol bendijo la placa en el número, 1 de la calle, allí donde se encontraban las “Escuelas Católicas para Hijos de Obreros de Horta”.


En este lugar estaban las Escuelas Católicas para Hijos de Obreros de Horta. Carrer dels Consorts Sans Bernet, 1.


Francisco Sans i Grau se dedicaba a la manufactura de algodón y, entre otros, a la fabricación de lona y toldos. La empresa tenía gran fábrica construida en la calle Diputación, 173, por el arquitecto Joan Bruguera i Roget. 


La Vanguardia (1914)

Las colonias estivales florecieron entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la moda modernista dejó su huella. El matrimonio Sans-Bernet hizo construir una casa de veraneo en la Colonia “Les Estires”, concretamente en la vía principal, Rambla Cortada, hoy Campoamor. 




De la casa original de Francesc Sans y Magdalena Bernet, se conserva el muro exterior, unos esgrafiados y las columnas de la entrada con unos azulejos decorados con formas florales: los orientados hacia la calle Campoamor representa la letra, B. 





Aquí nace el 13 de agosto de 1962, cuando estaba instalada en la finca la clínica "La Previsión Ferroviaria", el primer ministro francés, Manuel Valls, hijo del pintor Xavier Valls y de Luisangela Galfetti. En la actualidad hay instalada una residencia para personas mayores "La Teva Residencia".
  
Detalle de una ventana y el nombre de la clínica "La Previsión Ferroviaria" visible bajo una capa de pintura.


Entre otras propiedades de D. Francisco Sans, se conserva un documento datado en 1910 donde se manifiesta que adquiere unos terrenos propiedad de “Dª. Montserrat Casanovas de Fargas. Pg. Font d´en Fargas a 17 metres del Passeig-Carretera d´Horta (Pg. Maragall). Barcelona. (Barcelonès)”. Dos años más tarde, el 15 octubre 1912, aparece en La Vanguardia una breve noticia sobre Francisco Sans y un permiso para edificar dos casas torre en el “paseo de la fuente Fargas”.

La Vanguardia (15 octubre 1912)


Por aquellos tiempos, era habitual que las familias acomodadas encomendaran edificar, tanto sus fábricas como sus residencias familiares a los más prestigiosos arquitectos y artesanos del momento. Estos eran los mismos que después recibían el encargo de construir su última morada. Aunque parece ser que la Torre de Francisco Sans de la calle Campoamor fue obra de Ramon M. Riudor i Capella (el mismo que inicio las obras de la actual iglesia de Horta). La tumba no fue una excepción: el mismo arquitecto de la fábrica del Eixample, Joan Bruguera i Roget recibió el encargo de construir el panteón para la familia Sans-Bernet.

1912. Solicitud de aprobación proyecto panteón de D.Francisco.Sans Grau

Arxiu Municipal del Districte d'Horta-Guinardó

La exquisita obra de Joan Bruguera i Roget es de las más impactantes de las que se encuentra en el pequeño cementerio de Horta. Bruguera i Roget culmina su obra con una bellísima escultura de de Enric Clarasó i Daudí. 


La escultura: el importe de los honorarios artísticos

En la obra de Clarassó no figura el tradicional ángel alado, en este caso presenta una melancólica dama, con un ramo de flores en la mano izquierda, ataviada con un vestido de cola larga que cae sobre el sarcófago bellamente decorado soportado por cuatro patas en forma de garras.


El panteón creado por Joan Bruguera i Roget es extraordinario pero la dama de Clarasó tiene algo realmente especial que hace del conjunto una maravillosa obra de arte funerario.


Detalle de la factura con el importe total de la obra en pesetas. Total: 8723´60 pts.

Arxiu Municipal del Districte d'Horta-Guinardó

jueves, 7 de septiembre de 2017

PANTEÓN del INGLÉS en CUETO


La realidad a veces es bastante aburrida y casi siempre decepciona por eso elegimos distorsionar los hechos para soñar despiertos con historias fantásticas.

En una dimensión a mitad de camino entre la fantasía y la realidad muchas veces preferimos soñar tratando de encontrar algo que nos haga sentir que, en nuestro ir y venir por la vida, existen las historias mágicas. 


Todo lugar tiene su leyenda particular; de este modo os presento la historia del Panteón del Inglés, un Monumento, que no alberga restos humanos, simplemente se erigió por un trágico suceso en recuerdo de una gran amistad.

El Panteón del inglés está situado en la localidad cántabra de Cueto (Cantabria) a escasos metros del acantilado que castiga el embravecido mar Cantábrico, entre el puente del Diablo y la playa de El Bocal, cerca de donde se encontraba el Semáforo de Cueto, que fue el segundo en funcionamiento de España después de Tarifa.

José Jackson Veyán era el telegrafista del semáforo y su amigo inglés, Willian Rowlan pasaban juntos los veranos. En uno de sus paseos a caballo el tremendo ruido de una ola de un Cantábrico embravecido, asustó al caballo de Willian Rowlan que lo arrojó al suelo con la desgracia de sufrir un fuerte golpe en la cabeza que le produjo la muerte instantánea.


Sobre el acantilado y próximo al sitio que ocupaba el Semáforo de Cueto se erige el monumento funerario obra de Serafín Llama, por encargo de José Jackson Veyán y en su interior una placa que dice:


“Esta edificación fue encargada por D. José Jackson Veyán, jefe de las instalaciones telegráficas del semáforo de Cueto desde 1877 a 1909 y famoso autor teatral de la época...”

En fin, es posible que sin sus leyendas, el Panteón Inglés pierda parte de su encanto. Pero la verdadera historia que motivó la construcción de este monumento funerario no deja de ser igual de impresionante y emotiva.


La zona donde se encuentra el panteón es uno de los rincones con encanto. Muy cerca está El Faro de Cabo Mayor y su mirador con las mejores vistas del mar Cantábrico.

martes, 5 de septiembre de 2017

CEMENTERIO de COFETE


En la actualidad, Fuerteventura cuenta con un total de doce cementerios y salvo aquellos con emulaciones neoclásicas como los de Pájara o Puerto del Rosario, y los de reciente construcción, los demás responden en su sencillez, a la estética tradicional insular, con tapias de piedra y cal y pequeños remates piramidales. Hasta principios del siglo XIX, los enterramientos de la isla se hacían bajo el suelo de las iglesias de Betancuria, excepto los de Jandía que, dada la distancia, los efectuaban en Cofete, cementerio que fue utilizado hasta la década de los cincuenta.

Nos situamos dentro del Parque Natural de Jandía, que se encuentra en la punta sur de la isla en la carretera local sin asfaltar desde Morro Jable hacia el Faro de Jandía, y Cofete, nuestro fínal de ruta.
A los pocos minutos de recorrido, comienzo a echar en falta un vehículo todoterreno. Recorridos unos kilómetros entre polvo, curvas y cabras encontramos un indicador con el desvío de la pista que nos remonta montaña arriba hasta alcanzar la cúspide donde se encuentra un espectacular mirador.

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El panorama que aparece ante nuestra vista es impresionante. Comenzamos a descender por el camino de tierra, apenas nos cruzamos con un par de conductores, el fuerte viento no cesa de zarandear el coche y las curvas son pronunciadas pero hay que seguir por la tortuosa carretera que lleva a este apartado municipio majorero; el Caserío misterioso enclavado, posiblemente, en el lado más agreste de Fuerteventura. Nos deslumbra la calidad natural de su entorno y el hecho de que el espacio haya quedado fuera del desarrollo urbanístico gracias a su declaración como Parque Natural. Ha sido un gran logro para las generaciones futuras que la zona no se haya urbanizado y es lo que realmente diferencia este lugar del lado más poblado y turístico en el sur de la isla. La zona, además de su importante, flora y fauna, cuenta con el proyecto de recuperación de la tortuga boba que se desarrolla en la localidad, la visita a Cofete merece una corta parada pero muy especial.

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Desde el mirador de Cofete, junto la escultura al pastor, muy cerca del bar restaurante de José Viera hay un pequeño local, con fotos y textos que explican la historia de Cofete. Nadie nos recibe a la entrada, las puertas están abiertas invitando a pasar, a poca distancia del poblado principal se puede ver en la orilla de la playa el modesto cementerio.

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Una vez en la playa, si te colocas frente a la línea del horizonte salado y miras hacía un lado y otro, solo ves kilómetros de playa desierta, allí hasta donde se pierde la vista se encuentra la extensa línea costera de Cofete, con casi 14 kilómetros de finas arenas doradas, rodeada de las montañas de Crestería de Jandía una cordillera de montañas especie de muralla natural aislando el lugar del resto de la isla y quizás del mundo. El sobrio cementerio marinero de Cofete parece hablar del aislamiento de sus habitantes y lo duro que era la vida en la zona.

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Este sencillo camposanto no está diseñado como un recinto cerrado, su puerta no tiene cerrojo que detenga tus pasos, no hay caminos, todo el recinto está cubierto por el manto fino de la arena de playa. Su espacio solo queda delimitado por una pequeña valla que las dunas caprichosas formadas por el fuerte viento ganan en altura creando puentes de acceso. Arena piedras y sencillas cruces de madera, eso es todo. A falta de esculturas y otros ornamentos, en conjunto por su sencillez es un espacio sublime, sobrio y apacible.

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El cementerio se encuentra en la misma playa, casi bañado por la espuma del océano sin resguardo del impetuosa fuerza del viento que azota la isla, permanece detenido en el tiempo, esperando en silencio, un silencio solo roto por las olas del Atlántico que enfurecidas por la corriente parecen lloran por los allí sepultados y excusarnos a los vivos en el dolor que se lleva por dentro.

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Cambiando la fría apariencia de un cementerio moderno tradicional y la sensación de soledad, por la belleza de lo extraordinario por su sencillez, podría ser el último refugio para acoger eternamente las almas de cualquier soñador y romántico difunto. Y este podría ser su epitafio; En la playa más solitaria y limpia que jamás se haya visto quiero tener la fosa con el paisaje más hermoso que cualquier vivo pudiera imaginarse.


La belleza del entorno es un tesoro natural, su paisaje espectacular es único, su silencio produce un sosiego difícil de explicar y observar en lo alto las pocas casas que componen el tradicional y autentico pueblo majorero impacta y nos traslada a tiempos pasados.



La solitaria y aislada costa de Cofete con su inmensa playa siempre ha sido propicia para generar interrogantes, cuentos, leyendas, misterios, desembarcos, submarinos, espias nazis, túneles secretos..., y la verdadera fuente de tantas historias y leyendas que se cuentan sobre la zona en la isla; muchas de ellas alrededor de la construcción de la imponente Casa Winter, en una ladera de la montaña por ingeniero alemán, Gustav Winter. Su construcción se llevo a cabo en el año 1946, en el año 1985 se renovó parcialmente, realmente, la casa nunca se llegó a terminar y nunca vivió nadie. Cuando observas la magnitud de la imponente mansión se hace muy extraño ver un edificio así en un lugar de humildes casitas de piedra. En realidad, Gustav Winter nació en 1893 en Alemania y llegó en 1912 a nuestro país, donde acabó sus estudios de Ingeniería. A partir de ese momento, participó en la construcción de centrales eléctricas por toda España, incluidas las islas Canarias, que pisó por primera vez en 1926 y donde murió en 1971.


Cofete sigue siendo fuente de inspiración para muchas novelas, entre ellas: Los dominios del viento (Miguel Ángel Sosa Machín), Cerco de arena (de Enrique Nácher), Fuerteventura (Alberto Vázquez Figueroa) o Cofete (Ricardo Borges Jurado).

Las montañas allí encierran misterios y en las entrañas de la arena se encuentra la solución a un enigma, un sentimiento primigenio de paz que paseando por la playa interminable de arena blanca y agua cristalina nuestro espíritu recibe con recogimiento y serenidad, guardando para siempre un recuerdo especial en nuestra memoria.